miércoles, 20 de agosto de 2014

LABERINTO DE HORTA (BARCELONA 10)


SECCION B: Segundo nivel.

La plaza de las ocho columnas.
    
De la intimidad del jardín de los bojes (buxus), traspasada la bella portalada coronada por dos leones y cuatro realces alegóricos a diferentes aspectos de la realidad primaria del mundo, se acede al monumental conjunto neoclásico, engalanado con terrazas de diferentes niveles, con el Laberinto como centro. La reja, en efecto- era el paso obligado durante la época de esplendor del jardín-, se abren hacia una reducida placeta- la de las ocho columnas- punto de intersección de cinco caminos radiales abocados cada uno a una nueva perspectiva. El verde oscurecido de las paredes de cipreses contrasta expresivamente con los tonos pálidos y dulces- predominando el ocre- del suelo, las paredes y el revoque de las columnas: rincón de extrema simplicidad pero afable y placenteros como pocos.
 
La avenida principal, más espaciosa, aboca directamente, a modo de atajo,         hacia       la           plaza del Laberinto y remata en el templo de Ariadna. Un entramado
metálico, a manera de pérgola, nos introduce en un camino diagonal- el cuarto- que atraviesa el segundo Nivel del jardín entre sendas y senderos diversos.
 
Paralelamente al largo muro de cierre del palacio, el quinto camino converge, en una glorieta hoy desarbolada, con el paseo de las encinas, único en elegancia a los jardines de la ciudad.
En el entorno de una alberca central- rectangular, de gran caudal como las más típicas reservas de agua del país- la amplia terraza aloja los más altos y destacados árboles del jardín. El visitante se adentra en un conjunto paisajístico cerrado en sí mismo, con una isla de silencio, acta para el descanso, el paseo o la simple observación durante el camino de ida y vuelta del Laberinto.
SECCION C: Tercer nivel

El Laberinto

El jardín, obra de arte.

El tercer nivel- alma del gran conjunto neoclásico- tantas veces engalanado en forma de amplia terraza, se estructura alrededor del marco inigualable de un tono regular- verde brillante- del Laberinto. Dos avenidas laterales paralelas y en suave pendiente, prolongaciones respectivas del paseo de las encinas del nivel inferior y de la arteria central que surge de la plaza de las ocho columnas, delimitan de lado a lado el bancal cuadrangular, denso, lleno de caminos y paredes de cipreses. Un juego de cortas escalinatas- doble tramo central y dos laterales rematados por bellos templetes- y un muro con balaustras y jarrones ornamentales de terracota, salvan el desnivel del terreno por el ala norte, conformando la más expresiva y colorida integración entre diseño, arquitectura, escultura y vegetación. Las preceptivas,  inagotables, que estos elementos generan, encuentran el complemento ideal en la visión más lejana, sobre la ciudad y el mar.

El agua, en todo el jardín, se entre mezcla en diversas formas: como un plácido manantial a la salida del Laberinto o como la lámina de un espejo, dentro de la gruta, cortada por los chorros que intermitentemente caen del techo, húmedo y pedregoso. Por arriba, en la terraza, configura el piso lustroso de cada uno de los dos salones laterales, presididos por un realce y enmarcados entre muros por bustos de aspecto clásico.

El conjunto, dominado por los ocres, blancos y tostados, siempre suaves, de los caminos, esculturas y piezas ornamentales, es plenamente envuelto por el verde oscuro, apagado y ennegrecido, de una cenefa de viejas encinas. Paraje de insólita luminosidad y regusto poético figuran, indiscutiblemente, entre las más bellas escenas jardineras creadas en el país.

La orla de encina que circundan el Laberinto, se expande masivamente- con algunos ejemplares excepcionales de pinos piñoneros- hacia el ala de levante, llana y de más bajo nivel, conformando un manto arbóreo, sombrío y singularísimo: intrincados senderos curvilíneos, actualmente reseguidos de aralias, aúcubas, pittosporum y camelias, dibujan, por debajo, un segundo y original laberinto. En la época de esplendor del jardín, las orlas geométricas del bajo bosque- oscuro, húmedo y fresco- eran tapizadas por cojines de musgo, numerosos y diversificados. Era el llamado " jardín de los musgos" -, cuesta hoy imaginarlo- actualmente desaparecido pero a la vez recuperable.
 

SECCION D: Cuarto nivel
Agua y arquitectura Culminación estética
La escalinata monumental, originada a la salida del Laberinto a cada lado de la gruta d'Eco i Narcis, se deshace, en clásica elegancia, en dos caminos paralelos ampliamente escalonados, por encima de un canal del más puro romanticismo: construido en 1853, transversalmente en la perspectiva central, de 16 palmos de profundidad, acaba por la parte de levante entorno de una isleta con un puente giratorio- hoy aun conservado- que permite el acceso a un quiosco de madera, rústica, con ventanales de vidrios de colores que, hasta hace pocos años, se erguía discretamente del bello entorno.
 Lugar galante y sombrío, envuelto de vegetación afable al abasto de las flechas capciosas lanzadas por el dios del Amor- desde el centro del Laberinto...
 Traspasado el puente, envuelta de vegetación, la escalinata se enfila de nuevo, entre jarrones, bustos y balaustras, hasta el pabellón superior, de líneas clásicas y severas. Dos armónicos peristilos laterales culminan en un grupo escultórico con singulares relieves e inscripciones latinas alusivas al arte y a la naturaleza. Aún marco estético incomparable, el estanque difiere bien poco, en esencia, de la típica alberca- o balsa- de cualquier masía catalana, obligado depósito de agua a causa de las condiciones climáticas del país.
 Hasta la fuente de la Marquesa, idealizada en una ninfa al pie del manantial, el terreno continúa plano hasta perderse en un bosque circundante, en marcada pendiente. Desde la cima del jardín, como en los modelos italianos que le sirvieron de inspiración, las perspectivas- inacabables y heterogéneas a lo largo de los caminos- se proyecta tanto hacia el propio parque como al paisaje exterior, medio urbano medio natural.

SECCION  E:
El jardín romántico.
Al poniente del eje central del jardín- desde el estanque superior y  la fuente de la Marquesa al palacio y al jardín de los boj- el terreno de bajada presto hasta el fondo del valle, húmedo y fresco. Dejamos la magna creación del jardín neoclásico, fusión de arquitectura, paisaje- agua y vegetación- y representación iconográfica del amor plasmada en relieves, inscripciones y esculturas en una jerarquía creciente de valores, para adentrarnos en una manera nueva de entender el jardín, posterior en los tiempos: los caminos, casi rectilíneos y paralelos entre sí, recorren de norte a sur- en sentido perpendicular a la pendiente, abrupta y pronunciada- el largo bancal de terreno hasta La finca.
Nada más dos tramos de escaleras, rústicas, los dos extremos de la zona permiten acceder en pocos pasos al fondo del valle donde la vegetación envuelve plenamente al paseante. Los taludes, desde la cabecera, ceden el espacio a una amplia avenida, de aspecto duro.
Pequeños parterres centrales de formas y tamaños adaptados a las irregularidades topográficas, remarcan el valle entero alternándose con estanques y diferentes formas de vegetación, la arbórea de porte excepcional. La zona, densamente sombría- casi oscura-, respira un aire profundamente romántico. La moda de la época y el sentimiento un poco desbocado exacerba este carácter. En efecto, diversas realizaciones- algunas desaparecidas pero de las que queda constancia gráfica o escrita- así lo testimonian: una copiosa cascada- la infraestructura de la cual aún es visible-; mesas y bancos rústicos de piedra; una capillita dentro de un tronco de un árbol; un falso cementerio con lápidas y sarcófagos y una ermita- aún existentes-  con un monje en el interior, reproducido a medida natural, meditando, delante de una calavera. El jardín romántico, con alegorías al trabajo, a la religión y a la muerte, proponían una severa reflexión después de la magna representación del amor y de la vida plasmada en el jardín neoclásico.
 
 
 
 

 

 

martes, 15 de julio de 2014

LABERINTO DE HORTA BARCELONA 9

Templete con escultura Dánae

EROS Y EL LABERINTO

Entrada: saldrás sin rodeo

El Laberinto es sencillo

No es menester el ovillo

Que dio Ariadna a Teseo.

(Inscripción grabada sobre el relieve a la entrada del Laberinto
 
 
Siete doncellas y siete mancebos, según cuenta la mitología, eran entregados periódicamente como tributo de la derrota al rey de Creta, el cual los recluía al palacio de Cnossos- suntuoso edificio construido por Dedal con intrincadas galerías, estancias, patios y corredores- con tal de satisfacer el hambre de una monstruosa criatura, el Minotaure,

 mitad hombre y mitad toro, preso a perpetuidad.  Ya no los vería nunca más. Un día, Ariadna, la hija del rey, se enamora de Teseo- héroe del Atlántico por antonomasia-,  uno De los condenados a tan horrible final.  Para ayudarlo le entrega un canutillo de hilo que el joven va desplegando al paso inacabable por habitaciones y pasos secretos.  Vencedor al fin del Minotaure, al que luchando elimina a muerte, el hilo le permite reencontrar fácilmente la salida.  Es evidente el sentido que se deduce: tenacidad y destreza vence los obstáculos hacia la liberación.  Con la razón se superan las más arduas dificultades.

La primitiva simbología del Laberinto, aunque, cambia sustancialmente a lo largo de los tiempos: del inevitable camino al reino de los muertos- como eran las construcciones funerarias egipcias, verdaderos embrollos de salas y corredores- a la viva representación del poder- caso del Laberinto de Creta-

    Laberinto (pieza central de la iconografía  del Parque)

 Adquiere, a partir del siglo XII, un significado entre mágico y esotérico que llega a transformarse en religioso: el camino hacia Dios del hombre pecador y extraviado, bien perceptible en los laberintos pintados de algunas catedrales góticas.  Seis siglos después, los laberintos- y el de Horta no era la excepción- ya no pretenden representar ni el poder ni el premio al Más Allá.  El sentido religioso y social había evolucionado hacia una concepción más alegre y pagana: un juego jocoso y   entretenido, cebo de inocentes y travesuras galantes.  El Minotaure, el monstruo, es aquí Eros, el Dios del amor, joven hermoso.  Desde el centro del Laberinto dispara- alguna vez al azar- la flecha que cambiara profundamente la vida sentimental de la persona afectada.

DISEÑO Y ESTETICA
Sección A: primer nivel.
El palacio y el jardín del boj.
El ámbito de acceso

Desde los caminos del turó hasta el paseo del Valle d' Hebrón, la finca del marqués de Alfarrás se extendía en un principio a través de la estrecha tira de terreno entre el camino de Valldaura y el torrente que pasa paralelo.  Una larga avenida central de acceso relegaba la vieja carretera de Horta con la placeta vestíbulo del palacio, hoy preservada como una reliquia histórica al bello medio de amplias y modernas zonas de aparcamientos.  Solamente un tramo corto de este antiguo paseo- el superior- con doble hilera de tilos y algún castaño de India persisten aún de pie.  Más abajo, un arco y un puente de avanzado diseño disuelve discretamente los restos de la vieja avenida con las estilizadas curvas arquitectónicas del velódromo de la ciudad y los espacios anexos.

La reja de hierro forjado de la entrada principal, apoyada sobre un largo muro reseguido de merlets, con figura, con la fachada del palacio y las salas laterales en forma de hemiciclo, un patio central, gentil y acogedor.  Es visible, desde este punto, la alta torre cilíndrica- curiosamente coronada por los mismos merlets reproducidos en el muro de la cerca- llamada" torre Subirana"

 
sólida fortificación anterior al siglo XIV con parámetros de ocho palmos de grosor por noventa y cuatro de altura que, después de más de seiscientos años de existencia, aun se mantiene arrogante.
 
 La primera casa hecha a su alrededor fue ampliada posteriormente- posiblemente hacia 1850- con dependencias de estilo árabe, libremente interpretado siguiendo el gusto de entonces.  Es probable que quede para siempre sin explicación el profundo  desacuerdo estético entre el palacio y la sobriedad y elegancia de las líneas del jardín.
El actual acceso al público circunda el palacio y accede, por detrás, a la más bella creación de la época existente en los jardines de Barcelona: el jardín del boj.    
 

 
 
 

viernes, 6 de junio de 2014

LABERINTO DE HORTA BARCELONA 8


Sección E: el jardín romántico

El agua y las plantas

Los árboles y arbustos de más desarrollo - de porte elegante y envejecido- se encuentran en el jardín romántico, al fondo del foso, tapizando los abruptos taludes que los delimitan. Si bien el jardín neoclásico el paseante ha descubierto con sorpresa ejemplares excepcionales, esparcidos por aquí y allí, luciendo todos los atributos- poco frecuentes- de más de un siglo de existencia, en el jardín romántico,  en cambio dominan acaparadoramente, bien en grupos o formando pequeñas masas forestales como es el caso del denso bosquete de laureles, con tejos, encinas y robles, a la cabecera del torrente.

La configuración del terreno- cuenca natural de la recogida de agua de lluvia y de sobrantes de la cascada- suministra continuamente a los vegetales, herbáceos o leñosos, no solamente la protección física indispensable sino, más destacada aun, la fuente primordial de vida: el agua. Incluso en épocas de sequía- tan frecuentes en nuestro país- las capas más profundas del suelo se transforman en importantes reservas de este elemento inestimable tan íntimamente ligado a la subsistencia de las plantas.

Las cabeceras de laureles, tilos y tejos- con púas de robinia ailanto entre mezclados- recubren la larga y continuada sucesión de parterres en el fondo del valle.  Pronto, se reconoce los tonos suaves y dibujos de la corteza que por la forma y color de las hojas, excesivamente altas para nuestra visión.  El marrón agranatado de la corteza de los tejos- deshecha en pequeñas láminas, exfoliadas- contrasta con la superficie lisa, regularmente gris, que recubre los troncos de los laureles o con la corteza más clara, en tiras sinuosas trazadas de arriba abajo, de los tilos. 

Los taludes en cambio, son las encinas y los robles- siempre entre laureles y lentiscus- los que tienden de verde oscuro el restos del jardín romántico.  Si raras y compactas son- por lo tanto dignas de mención- las especies arbóreas silvestres que han sobrevivido a diversas consideraciones en todo el territorio barcelonés los viejos ejemplares del Laberinto, agarrados al suelo húmedo del terreno, merecen figurar con todos los honores en el catálogo de árboles históricos.
 

miércoles, 7 de mayo de 2014

LABERINTO DE HORTA 7 (BARCELONA )


sección D
Pinedas y orlas arbóreas

Completa la diversa hermosura de este jardín un frondoso bosque o selva se mezclan la lujuriosa vegetación tropical, el aspecto agreste de nuestras garrigas y el pintoresco paisaje de un parque ingles>>. Comentario un tanto inflado aparecido en una guía de comienzos del siglo.

 


Zona de bosque
Si bien la magna creación de los jardines del Laberinto no ha tenido nunca mucho de parque inglés, <>, en cambio, sí que persisten como tales en buena parte de la finca. Dentro del ámbito del jardín, han estado invadidas o repobladas de unos años ahora mayoritariamente por pinos halepensis y pinos piñoneros. Y es precisamente esta masa vegetal <> y <> la que hoy da soporte y en vuelve completamente, abocándose sobre el paseos, estanques y canales de agua, las sucesivas terrazas del jardín neoclásico.

El tono monocolor de las extensas pinedas de pino halepensi- poco variable a lo largo del año y el más brillante de los pinos piñoneros- dominantes en el ala del levante- se rompe solamente - en el tramo superior, junto al nacimiento del agua- por la orla estrecha, más fosca y apagada, También perennifolia, de laureles, cipreses y algunas encinas.    

  Más tumultuosa,hasta la propia terraza del Laberinto, es una  fila de olmos, robles y tilos- estos últimos más abundantes los que sombrean y resiguen la escalinata monumental.

Hay que destacar, el   contraste entre esta especie caducifolia y la larga cenefa de encinas y aladiernos, copa y corteza ennegrecida, a los dos lados del canal transversa

lunes, 7 de abril de 2014

LABERINTO DE HORTA BARCELONA (6)


Entre ejemplares excepcionalmente elegantes - camelias a la sombra del umbráculo; washintonies y palmeras de Canarias a pleno sol; un formidable pie de tamarindo o el porte gigante de tilos y cedros del Himalaya- son los tejos los que, gracias a la poda, lucen formas imaginarias, libres y fantasiosos.  Con dos jardines- colindantes pero fuertemente contrastados y diferentes- fueron de uso privado hasta la bien entrada  década de los sesenta.  Y como tales se han conservado hasta hoy.




Sección B: Encinas, eucaliptos y secoyas.
El jardín, a cuestas de una pesada historia, nos sorprende con la presencia siempre con el prorrumpir de ejemplares arbóreos o arbustivos más que centenarios. En efecto, las encinas libremente desarrolladas en el paisaje, enlazadas por el ramaje a manera de alta cúpula, acogen a su sombra a uno de los cerezos de madroño más notables del territorio: La corteza lisa, marrón gránate-sobresale, en una rara armonía, entre el verde enfosquecido de cipreses y laureles, especies dominantes en su entorno.
Rozando el paisaje, esparcidos por la amplia terraza, otros  árboles eminentes reflejan sus ramas sobre el mirador del agua de la gran alberca: viejos eucaliptos, los más aparentes, de tronco y ramaje excepcionalmente desenvuelto, han logrado resistir, no sin graves perjuicios- bien visibles- las extremas heladas de los últimos años. Los tonos desvanecidos de su follaje y las cintas y galones multicolores que se desprenden de la corteza destacan del fondo compuesto por especies diversificadas, todas ellas, con única excepción  los robles, perennifolios.

No lejos de la alberca, en medio de un bosque de laureles, un ejemplar destacado de secoya- de porte estrecho y piramidal-, posiblemente único en los espacios públicos del ambiente urbano y metropolitano. La corteza gruesa y agrietada roja- dificilísima de quemar ha hecho posible la supervivencia hasta nuestros días de bosques exuberantes, auténticas reliquias forestales, reunidas en la ladera de la montaña de California-húmedos y con niebla cerca del mar.  Reputadas como especies de larga vida se llega a decir que tienen 3.000 a 4.000 años de existencia.

Contando los anillos de algunos troncos, ha permitido verificar edades rayando los 1.500 años, ciertamente no despreciables.
Por la parte delantera de la secoya, una auténtica filigrana de boj recortado-

Hoy desafortunadamente deshecha- circundaba, a manera de alfombra, cuatro tejos simétricamente plantados. Más al norte, un bello ejemplar de pino- también único en el jardín, pino de hojas muy largas- de unos 20 cm- gruesas y punzantes, con piñas gruesas, ovalado-cónicas, cogidas a las ramas generalmente en grupos, de dos a cuatro.

 Sección C: Cipreses
Centenares de cipreses comunes en la línea de los tres metros de altura, plantados a pocos centímetros unos de otros, configuran los

750 metros de paredes del Laberinto.  El ciprés común- su origen de la especie se han perdido, difuminados por las tierras del mediterráneo oriental (isla de Chipre, Grecia...) -extendido hoy por la mano del hombre en todo el ámbito mediterráneo con la especie exótica, el ciprés macrocarpa o de lambert. De porte más dilatado y piramidal, a acompañado de un rápido crecimiento, es fácilmente diferenciado de su género.

 El recorte continuado y esmerado- delimitan la altura y marcando la amplitud- lo que favorece la aparición de hojas, ramas y ramillas desde su mismo pie, convirtiendo la plantación en un auténtico muro vegetal que, en pocos años si es debidamente respetado-, resulta prácticamente infranqueable.  El corte periódico no es obstáculo, porque las inflorescencias- sean las masculinas en forma  de pequeñas piñas alargadas, o las femeninas que con el tiempo se vuelven frutos redondos y gruesos- teniendo tiempo de formarse y desarrollarse, cubriéndose multitudinariamente (especialmente las primeras), ya llegada la primavera, las monótonas perspectivas, lineales, de los inacabables caminos.

lunes, 3 de marzo de 2014

LABERINTO DE HORTA BARCELONA (5)



Otros jardines de carácter afines
El Laberinto,  un jardín de valía estética e histórica como pocos.
Deberemos ir lejos salir de la ciudad fuera de Cataluña para poder contemplar el refinado estético de parterres geométricos, cortados al estilo del jardín De los bojes,
a la derecha del palacio.  Parterres hechos con boj - a menudo con tejos constantemente limpios y perfilados en dibujos bordados, tan característicos de los jardines de buena parte del siglo XVII y XVIII con detalles vegetales, fantasiosos, al pie de la larga y monumental fachada de El Escorial o el Parterre de la Fama, de desbordada imaginación, en los jardines de la Granja de Segovia, que son tal vez el ejemplo más exitoso.  Creaciones vivas de exquisita fisonomía, inexistentes en los espacios públicos de Barcelona, todos ellos de diseño más tardío: recordamos  efectivamente, que el primer  parque urbano, fue el de la Ciudadela, aparece con el derrumbamiento de las murallas a mediados del siglo XIX.
 Pero más insólito y sorprendente que este parterre afiligranado resulta aún la presencia - reminiscencia excepcional - viva y enigmática del Laberinto propiamente dicha, reciente impregnada de misterio, de caminos estrechos y monótonos bifurcándose, la mayoría de los cuales no lleva a ninguna parte. Conjuntamente con el del Alcázar de Sevilla, posiblemente el primer hecho en la península, y el de la Granja, hoy deteriorado en extremo, forman la trilogía que nos ha dejado la fecunda y cosmopolita historia del arte de los jardines a lo largo del siglo de existencia.   
 Si a estas dos creaciones, singulares como pocas el Laberinto y el jardín de los buxus, le añadimos aun la riqueza arquitectónica de templetes escalinatas y terrazas la variedad de esculturas alegorías, ornamentales diversas y relieves de resonancia mitológica no hay duda que estaremos ante un jardín de una gran estética he historia como pocos.,,                                                                                                                                                                                                                                                              
LA VEGETACION.
Dos especies arbóreas, el boj o el tejo- con dos crecimientos lentísimos, propio de los robledos y de porte reducido la primera y de distribución más esparcida pero de gran desarrollo la segunda-,  han estado empleadas secularmente como plantas ornamentales de base en jardines de climas diferentes i estilos antagónicos.  Una y otra admiten, sin perjuicio para la propia subsistencia, la poda y el corte continuado de hojas y ramas. Parterres de boj o de tejos, de complicada geometría; figuras de compleja imaginación o simples divisiones vegetales llenan el claustro más antiguo y dan carácter a renombrados jardines y parques públicos históricos de todo Europa.
 El aroma penetrante del boj invade al visitante hasta tal punto, circundante al palacio, se aboca a reja de acceso al pequeño jardín lateral. Un tapiz simétrico de encajes y bordados vegetales, entorno de dos pequeños manantiales circulares alineados a lo largo del eje central, recubre  encantadoramente y al mismo tiempo con extrema sencillez el reducido espacio rectangular.
 Casa y jardín se funden en una sola unidad gracias al verde fosco de las camelias apoyadas a la pared del palacio y a la escalinata del fondo. Composición esta doblemente simétrica, con balaustradas y bustos de regusto clásico, que juntamente con la terraza superior, generan una inimitable sala de estar, debajo, recogida e íntima pero integrada al mismo tiempo, como una pieza más, en las guirnaldas exteriores.
 Unos cuantos eslóganes a la izquierda sugieren un nuevo dominio, abierto, luminoso- de trazado más moderno- con parterres irregulares y caminos sinuosos, que exhalan toda el ala de un autentico jardín inglés.  

miércoles, 5 de febrero de 2014

LABERINTO DE HORTA BARCELONA (4)


Retroceso, vandalismo y restauración

Si a finales del siglo XIX comienza la villa de Horta, tímidamente, a transformar-se en barrio popular abigarrado-conservando pero el estilo primitivo entre de bien estar y agrícola-, en 1904, definitivamente, acaba incorporándose al desasosiego urbanístico de la ciudad. Paralelamente, las funciones privadas y sociales  que mantendrán los jardines del Laberinto en plena vitalidad, al igual que las estructuras económicas que le sustenta, quedarán ampliamente desfasadas por la feroz en vestida de la época industrial. Con los nuevos cambios y el paso del tiempo comienza el retroceso.

Finalmente, hacia 1970, agonizante, la finca entera es permutada por unos terrenos cerca de Pedralbes y pasa a propiedad municipal-55 hectáreas en total, mayoritariamente de bosques y matorrales, de las cuales solamente 8 se ajardinan. Las tierras adquiridas en 1377 por Jaume de Vallseca, antecesor de la casa Llupiá, testimonio de múltiples avatares y de decenas de años de proyectos y realizaciones, se convierten después de un siglo y medio en una finca de dominio público y en jardines propiamente dicha, aspecto entre clásico i romántico que le impregna desde siempre, en parque urbano.  El traspaso, no fue ni fácil ni mesurado: bastarían unos meses de balbuceo y de imprevisiones en la gestión para que grupos de marginados y delincuentes maltratasen de mala manera, hasta llegar a la simple destrucción, buena parte de las instalaciones y piezas escultóricas.  Se impongan entonces con una firme restauración - fundamentada en documentos y fotografías de archivo de la época de esplendor - que vuelve a los jardines, aunque parcialmente, el carácter histórico y artístico con que fueron concebidos y realizados. Desgraciadamente, algunos elementos, como pueden ser numerosos bustos y estatuas de tipo clásico o de resonancia mitológica, y de escenas del más puro romanticismo - el falso cementerio o la Ermita entre otros, fueron prácticamente inconstruibles.
 
El parque hoy
El 19 de mayo de 1971, en un acto presidido por el Alcalde de la ciudad, se abre al público, después de 180 años de <>, los jardines del Laberinto.  Las avenidas y los paseos ceñidos de anchura; las terrazas escalonadas, módicamente espaciosos, con templetes, figuras y relieves; las escalinatas salteadas de bustos y jarrones ornamentales; el reducido pabellón superior a la misma altura del agua; los dibujos geométricos de los parterres, densos de vegetación y apretados entre sí; los caminos; el propio Laberinto, de trazado angosto, apto para el paso de una sola persona, y cada uno de los numeroso recodos del jardín, íntimos, a menudo cerrados en sí mismos, pasarán desde este momento a nuevo destino, al servicio de cada uno de los ciudadanos.  El uso entero del jardín - cargado de significados y simbolismos, creado con el espíritu artístico, refinado, de una época pasada, marcada por un estilo y unos contenidos bien diferentes a los actuales y limitado desde siempre a una minoría exigua - pasa, de golpe, al acceso masivo de la sociedad.
Aún ahora, la presión es continua densa y fortísima, sobre todo- especialmente los días festivos y los fines de semana - excesiva e inmoderada.  Ahora se ha replanteado innumerables veces tramos enteros de las paredes de cipreses del Laberinto maltratados por los niños inconscientes y sin nadie que los guié; se han rehecho balaustras y jarrones y se han perdido - con todo el encanto de su carga histórica- diversas figuras, vasos y esculturas.
 De verdad hoy que los jardines son masivamente visitados y cada uno de los visitantes debidamente informados, siente la sana curiosidad de averiguar la historia de los ricos símbolos plasmados en las bellas piedras, en las bellas plantas - y encinas,  Lentiscus y madroños centenarios - y en los vellos mármoles de las esculturas y relieves  El contenido del jardín es, efectivamente, el más rico de nuestra casa tan bueno y de tanta abundancia de belleza intrínseca que la calidad de la parte neoclásica - serena y reposada calidad del verdor del jardín romántico, impresiona en el ánimo de grandes y pequeños y la reverencia se transforma en admiración y gozo por la única reliquia en Barcelona del siglo XVIII y XIX, muestra viva del libro histórico, aun sin acabar, el arte de los jardines.
 
 
 

EL PARQUE DE CAN BUXERAS 4

  Zona de jardín lateral que nos adentra en la zona naturalizada Casa del servicio (Masovers) El nuevo propietario, a principios de este sig...