Retroceso,
vandalismo y restauración
De
verdad hoy que los jardines son masivamente visitados y cada uno de los
visitantes debidamente informados, siente la sana curiosidad de averiguar la
historia de los ricos símbolos plasmados en las bellas piedras, en las bellas
plantas - y encinas, Lentiscus y
madroños centenarios - y en los vellos mármoles de las esculturas y relieves El contenido del jardín es, efectivamente, el
más rico de nuestra casa tan bueno y de tanta abundancia de belleza intrínseca
que la calidad de la parte neoclásica - serena y reposada calidad del verdor
del jardín romántico, impresiona en el ánimo de grandes y pequeños y la
reverencia se transforma en admiración y gozo por la única reliquia en Barcelona
del siglo XVIII y XIX, muestra viva del libro histórico, aun sin acabar, el
arte de los jardines.
Si a finales del siglo
XIX comienza la villa de Horta, tímidamente, a transformar-se en barrio popular
abigarrado-conservando pero el estilo primitivo entre de bien estar y
agrícola-, en 1904, definitivamente, acaba incorporándose al desasosiego urbanístico
de la ciudad. Paralelamente, las funciones privadas y sociales que mantendrán los jardines del Laberinto en
plena vitalidad, al igual que las estructuras económicas que le sustenta,
quedarán ampliamente desfasadas por la feroz en vestida de la época industrial.
Con los nuevos cambios y el paso del tiempo comienza el retroceso.
Finalmente,
hacia 1970, agonizante, la finca entera es permutada por unos terrenos cerca de
Pedralbes y pasa a propiedad municipal-55 hectáreas en total,
mayoritariamente de bosques y matorrales, de las cuales solamente 8 se
ajardinan. Las tierras adquiridas en 1377 por Jaume de Vallseca, antecesor de
la casa Llupiá, testimonio de múltiples avatares y de decenas de años de
proyectos y realizaciones, se convierten después de un siglo y medio en una
finca de dominio público y en jardines propiamente dicha, aspecto entre clásico
i romántico que le impregna desde siempre, en parque urbano. El traspaso, no fue ni fácil ni mesurado: bastarían
unos meses de balbuceo y de imprevisiones en la gestión para que grupos de
marginados y delincuentes maltratasen de mala manera, hasta llegar a la simple
destrucción, buena parte de las instalaciones y piezas escultóricas. Se impongan entonces con una firme
restauración - fundamentada en documentos y fotografías de archivo de la época
de esplendor - que vuelve a los jardines, aunque parcialmente, el carácter
histórico y artístico con que fueron concebidos y realizados. Desgraciadamente,
algunos elementos, como pueden ser numerosos bustos y estatuas de tipo clásico
o de resonancia mitológica, y de escenas del más puro romanticismo - el falso
cementerio o la Ermita entre otros, fueron prácticamente inconstruibles.
El
parque hoy
El 19 de
mayo de 1971, en un acto presidido por el Alcalde de la ciudad, se abre al
público, después de 180 años de <>, los jardines del
Laberinto. Las avenidas y los paseos
ceñidos de anchura; las terrazas escalonadas, módicamente espaciosos, con
templetes, figuras y relieves; las escalinatas salteadas de bustos y jarrones
ornamentales; el reducido pabellón superior a la misma altura del agua; los
dibujos geométricos de los parterres, densos de vegetación y apretados entre
sí; los caminos; el propio Laberinto, de trazado angosto, apto para el paso de
una sola persona, y cada uno de los numeroso recodos del jardín, íntimos, a menudo
cerrados en sí mismos, pasarán desde este momento a nuevo destino, al servicio
de cada uno de los ciudadanos. El uso
entero del jardín - cargado de significados y simbolismos, creado con el espíritu
artístico, refinado, de una época pasada, marcada por un estilo y unos
contenidos bien diferentes a los actuales y limitado desde siempre a una minoría
exigua - pasa, de golpe, al acceso masivo de la sociedad.
Aún
ahora, la presión es continua densa y fortísima, sobre todo- especialmente los
días festivos y los fines de semana - excesiva e inmoderada. Ahora se ha replanteado innumerables veces
tramos enteros de las paredes de cipreses del Laberinto maltratados por los
niños inconscientes y sin nadie que los guié; se han rehecho balaustras y
jarrones y se han perdido - con todo el encanto de su carga histórica- diversas
figuras, vasos y esculturas.
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