jueves, 5 de agosto de 2021

Palacio de Pedralbes 2


LA FINCA GÜELL La dimisión del Ministro de Hacienda en 1916 dio al traste con la ayuda económica que, gestionada desde Barcelona, se estimaba imprescindible para hacer realidad el primer proyecto del Palau Reial: un fantástico edificio de dos cuerpos aunados por una espaciosa galería de columnas que, en medio de un gran parque de estilo clásico, se ubicaría en la vertiente meridional de Sant Pere Mártir. El fracaso no desalentó a los promotores. Una nueva propuesta, más factible y real, surgió muy pronto: J.A. Güell ofreció parte de su propiedad en Pedralbes mientras encabezaba una suscripción que, abierta a todo el mundo, habría de posibilitar las obras. La hacienda que se extendía desde la hoy calle de Manuel Girona hasta el cementerio de Les Corts era dominada por una aristocrática torre de dos plantas, rodeada de jardín y de una frondosa arboleda. Años antes, E.Güell, padre del entonces segundo conde, había encargado a Antoni Gaudí, con vistas a una posible urbanización, la delimitación de la finca y la construcción de sus principales entradas, aún hoy existentes: una en la avenida Joan XXIII delante de la Facultad de Farmacia, la otra- mundialmente famosa por sus pabellones y el dragón de hierro forjado de la puerta- cerca del Palacio, en la avenida de Pedralbes. La definitiva apertura de la Diagonal, con las consiguientes mejoras en las comunicaciones, precipitó la decisión: la torre Güell y 75 has. De la finca configurarían definitivamente el ámbito inicial de la nueva residencia real. 


 LOS AVATARES DE LA CONSTRUCCION La torre Güell -el viejo más Can Feliu- sigue aún hoy en pie. El nuevo proyecto de palacio, en efecto, arrinconó cualquier tipo de creación fantástica y partió del aprovechamiento de los bienes inmuebles existentes con vistas a la consiguiente reducción de gastos. El edificio proyectado respetó pues la antigua torre que convirtió en cuerpo central del Palacio. Solo la cornisa y el balcón central fueron posteriormente modificados. Desgraciadamente fue imposible conservar las dos galerías porticadas laterales que daban a la mansión un aire noble, campestre y elegante a la vez. En su lugar, se levantaron a ambos lados, hasta un total de 3200 m2, las nuevas dependencias siguiendo el estilo italianizante marcado por la vieja casa solariega. En 1921 existía la cerca de los jardines y los cimientos del Palacio. Un año después se habían levantado dos pisos. En 1924 Alfonso XIII pernoctó en él por primera vez. El parque, en cambio, a pesar de respetar la arboleda próxima al edificio, no se ultimaría hasta 1925. La lentitud de las obras era el vivo reflejo de las dificultades económicas. Aunque la primera lista de donativos- procedente sobre todo de la banca, de empresas industriales y de la aristocracia- era prometedora (1.575.000 ptas. en poco tiempo), una crisis económica generalizada redujo drásticamente los ingresos. Los problemas no se acabaron hasta 1926, en que, oficial y definitivamente, se hizo entrega del Palacio al Rey Alfonso XIII.

LA TAMARITA 1

                               LA TAMARITA Antiguo jardín particular, creado en las primeras décadas del siglo, muestra la Huella del Arqu...