El jardín latino, típicamente mediterráneo de carácter y
personalidad marcadísimos, no es una excepción. Nacido en Asia Menor, en las
comarcas orientales de nuestro mar, es introducido en Cataluña por los primeros
navegantes fenicios. Su máximo desarrollo- de una rara perfección- no es
insólito, pero, hasta muchos años después con la llegada de los pueblos árabes,
procedentes también del próximo oriente. Y con ellos, también, llega el uso de
los baladres, de cipreses, de naranjos, laureles y de los pinos como plantas de
jardín, todas ellas originarias del ámbito mediterráneo: jardín mediterráneo
envuelto de vegetación mediterránea.
Representantes aún hoy vivos de este estilo- con chispa de
un foco inagotable- existentes aún hoy: la plaza de las Armas de la vieja
Ciudadela nace como un bello ejemplo. Con el retomamos, una vez más, los
baladres, cipreses, naranjos agrios y pinos, inherentes al más puro ambiente
mediterráneo. Las plantas de este lugar,
efectivamente, sometidas a unas fuertes y prolongadas sequias veraniegas, han
tenido que desarrollarse, a lo largo de milenios de evolución, un conjunto de
rasgos particulares y característicos, para sobrevivir: las hojas- verdes todo
el año-están generalmente reducidas de volumen y con frecuencia duras, a menudo
delgadas y resinosas. No es raro encontrar también órganos vegetales espinosos
o transformados en espinas. Evidentemente, reducir al máximo la superficie
foliar por todos los medios posibles supone mermar las pérdidas de agua para la
transpiración; es, sencillamente, el ahorro y la dosificación del elemento
básico- siempre el agua, capaz por defecto, de hacer tambalear la subsistencia.
Este follaje- perennifolio- además, no experimenta cambios aparentes durante el
año. Solamente la sucesión de flores y frutos, con mil variantes, matiza
discretamente el conjunto.
Al observar las anillas de plantas que rodean los parterres
elípticos de la plaza, descubriremos debajo de los frondosos naranjos agrios,
verdes brillantes, duros y coriáceos, pinchos disfrazados de idéntico color.
Las hojas alargadas, también delgadas y consistentes, resinosas, de los pinos
blancos, se agarran por parejas a las ramas y las de los cipreses, milimétricas
y cogidas unas sobre otras, recubren la madera de todo el árbol. Los baladres-
arbustos de floración espectacular- visten de igual talante. Evónimos y
pittosporum- especies exóticas llegadas de oriente- conviven con sus
compañeras, gracias a la existencia de estructuras parecidas. Plantas, todas
ellas, perfectamente adaptadas al ambiente donde viven.
Al fondo el Parlament de Catalunya
|
Diseño y vegetación se unen aquí- delante del Parlamento-
bajo una sola concepción. Biológica e históricamente hablando, la plaza entera
es un canto, encendido, del más puro estilo mediterráneo.
E- EL LAGO
Estética
y diseño
Desde la creación del Parque, que las aguas freáticas,
copiosas e inagotables en este lugar de la ciudad son bombeadas a un gran depósito
de 50 x 50 x 3 m .
expresamente construido en el terrado de un edificio de tres plantas en la
calle de Wellington 50, tocando con los árboles de la Ciudadela. El joven Gaudí, entonces estudiante, hizo los
cálculos de la estructura de tan insólita construcción. Durante los primeros años, el agua era
conducida a la cascada donde por propia presión, surgía elegante y espumosa por
fuentes y manantiales. Pasada la
apoteosis acababa en el lago, plana y estancada de nuevo. Actualmente la cascada funciona con
independencia plena y las aguas del gran depósito- aun en servicio- son
utilizadas en la red del parque. El
lago, en cambio, además del sobrante de la cascada, se prevé de una veta de
agua- también freática- que se cruza con el túnel de la línea I del ferrocarril
metropolitano y que, de no desviarse, se inundaría este tramo de vía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario