martes, 12 de abril de 2022

PALACIO DE PEDRALBES 10


  Estética y diseño

La magnificencia y ostentación que en general irradian los jardines de la Corte, contemporáneos O históricos, han evolucionado en los jardines de Pedralbes O históricos, han evolucionado en los jardines de Pedralbes hacia un carácter de noble intimidad.  Las espectaculares cascadas y las fuentes monumentales de los Jardines de la Granja, en Segovia, entre montañas y vastas perspectivas; las majestuosas avenidas bordeadas de esculturas o mosaicos policromos del Palacio Real de Madrid o los magistrales parterres bordados en boj de El Escorial, han perdido, en Pedralbes, la opulencia y la grandiosidad para convertirse en espacios reducidos, encerrados en sí mismos, sobriamente ornamentados... Efectivamente, el jardín entero- nunca proyectado hacia fuera, siempre desprovisto de arrogancia-exhala recogimiento e intimidad. Y el gran estanque, de perfil rectangular, circunscrito entre pinos centenarios, bambúes y eucaliptus, no es la excepción: su simplicidad recuerda más a la alberca típicamente catalana- el safareig-, construida en todo el país para almacenar la escasa agua de lluvia de que disponemos, que a las creaciones, a menudo recargadas, de otros jardines regios. Pero este carácter de aislamiento entrañable, falto de monumentalidad, no excluye el despertar de los sentimientos estéticos: en efecto, mientras las flores de ninfas y los lirios de agua siguen abriéndose con idéntica naturalidad que en las más sofisticadas creaciones, con idéntico en canto el espacio del agua del alberca de Pedralbes refleja y pone al alcance del paseante la cadencia rítmica, natural, del paso de las nubes, el sol o las estrellas.

Parterre clásico del jardín, con una fuente y surtidores en el centro

EL BOSQUE DE CEDROS

La vegetación. Cedros y encinas.

Innumerables vertientes del sistema montañoso del Himalaya, en el Asia meridional, entre los 1000 y los 2500 metros de altitud, están pobladas masivamente de cedros, que viven y se reproducen espontáneamente configurando, junto con otras especies también resinosas, extensas superficies boscosas.  El hábitat, por sus características geográficas y ecológicas, recuerda otras dos zonas del planeta, ciertamente muy alejadas entre sí pero con bastantes rasgos comunes, donde estos árboles, elegantes y de porte muy peculiar, dominan y se adueñan del paisaje: las montañas del Atlas, en Marruecos- cuna del cedro del Atlas, de follaje azulado- y el monte Taunus, en el Líbano, país de origen de los cedros más famosos de la antigüedad, repetidamente citados en las historias bíblicas: los cedros del Líbano.  Aunque cultivados en jardines de estilos y líneas muy dispares de toda Europa- desde el nivel del mar hasta las regiones más continentales- , la imagen del cedro es siempre la imagen viva del árbol de montaña, vigoroso y nostálgico a la vez. En los Jardines del Palau de Pedralbes conviven, agrupados, simulando los bosques de los lejanos valles del Himalaya, los más extraordinarios ejemplares con que cuenta el patrimonio verde público de la ciudad.

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LA TAMARITA 1

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