La magnificencia y ostentación que en general irradian los jardines de la Corte, contemporáneos O históricos, han evolucionado en los jardines de Pedralbes O históricos, han evolucionado en los jardines de Pedralbes hacia un carácter de noble intimidad. Las espectaculares cascadas y las fuentes monumentales de los Jardines de la Granja, en Segovia, entre montañas y vastas perspectivas; las majestuosas avenidas bordeadas de esculturas o mosaicos policromos del Palacio Real de Madrid o los magistrales parterres bordados en boj de El Escorial, han perdido, en Pedralbes, la opulencia y la grandiosidad para convertirse en espacios reducidos, encerrados en sí mismos, sobriamente ornamentados... Efectivamente, el jardín entero- nunca proyectado hacia fuera, siempre desprovisto de arrogancia-exhala recogimiento e intimidad. Y el gran estanque, de perfil rectangular, circunscrito entre pinos centenarios, bambúes y eucaliptus, no es la excepción: su simplicidad recuerda más a la alberca típicamente catalana- el safareig-, construida en todo el país para almacenar la escasa agua de lluvia de que disponemos, que a las creaciones, a menudo recargadas, de otros jardines regios. Pero este carácter de aislamiento entrañable, falto de monumentalidad, no excluye el despertar de los sentimientos estéticos: en efecto, mientras las flores de ninfas y los lirios de agua siguen abriéndose con idéntica naturalidad que en las más sofisticadas creaciones, con idéntico en canto el espacio del agua del alberca de Pedralbes refleja y pone al alcance del paseante la cadencia rítmica, natural, del paso de las nubes, el sol o las estrellas.
Parterre clásico del jardín, con una fuente y surtidores en el centro
EL BOSQUE DE CEDROSLa
vegetación. Cedros y encinas.
Innumerables vertientes
del sistema montañoso del Himalaya, en el Asia meridional, entre los 1000 y los
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