C- LA
ALBERCA
La vegetación. Pinos, hiedra, y bambú
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La alberca |
En 1865,
nueve años después de su introducción en Europa como planta ornamental,
florecían en Barcelona los primeros ejemplares de Eucaliptos. Muy pronto, antes
de conquistar el mundo de la medicina natural y de convertirse en
hijos predilectos de la repoblación forestal, emergieron con prodigiosa velocidad de exóticos o naturalizados.
Mientras la productividad
media de explotación de madera en Cataluña es de 0,65 m3 por hectárea y año,
los eucaliptos, que sólo detienen su crecimiento en épocas frías, alcanzan
cifras entre los 10 y 12 m3
/ha/año. Algunos pies han llegado a los 40 metros de altura en
sólo 25 años de vida. Todos sabemos que, junto con las secoyas, figuran entre
los gigantes del mundo vegetal. Perímetros de tronco extraordinarios y alturas
próximas a los 100 m.
son habituales en estos árboles adultos. Pero, mientras las secoyas cuentan
actualmente sólo con dos especies- las secoya y la secoya gigante, localizadas
en áreas relictuales del estado de California - los eucaliptos, naturalmente
distribuidos por Oceanía, Australia sobre todo y la isla de Tasmania, sobre
pasan las quinientas. Desde el más
humilde arbusto adaptado a zonas desérticas hasta las formas montañosas más
resistentes a los fríos y a las heladas, pasando por las comunidades
intrínsecamente tropicales, hay una gama
riquísima de formas, siempre emparentadas claro está, por los rasgos propios del género: la
flor de cualquier tipo de eucalipto, en efecto, tiene forma de campana
invertida, mayor o menor según las especies, cubierta de un casquete redondo,
el kalypto griego puede traducirse por << cubro>>. (Con el prefijo eu = <<bien>>, la palabra
eucalipto significa pues << bien cubierto>>.) Pero en el momento de
la floración- en pleno invierno: enero, febrero- , un haz de estambres
elegantemente coloreados- del blanco al encarnado- empujan masivamente el
sombrerillo hasta desoldarlo y obligarlo a desprenderse del árbol. Las hojas-
órganos productores de los aceites utilizados en medicina- son duras y
alargadas en forma de hoz, colgantes, sujetas a las ramas por un peciolo corto
y firme, con cierta movilidad rotativa, que orienta las aristas al sol. De esta
forma, se evita el calor excesivo, reduciendo la evaporación y, consecuentemente,
las pérdidas de agua.
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Zona de cañas
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Cerca de la gran
alberca, ejemplares de pinos preside un
conjunto vegetal armónico, prueba viva
de las insospechadas posibilidades estéticas que dimanan del arte de combinar
las plantas en consonancia con sus estructuras y necesidades biológicas: alrededor
de su corteza rugosa, y a la sombra de
la copa, un bosquecillo de cañas de bambú, verde amarillentas, claramente
contrastadas con el tapiz oscuro y apagado de la
hiedra, liana enamorada de la sombra intensa.
Súbitamente, en su interior, una fuente original- gaudiniana como el
umbráculo- anterior a la construcción del jardín. Sobre un basamento, inusual, de guijarros
seccionados por la mitad, un dragón de hierro forjado- entre otros, Gaudí
diseñaría además el de la antigua puerta de entrada a la finca o el de la
escalinata del Parc Güell- sobre un banco de granito y
arenisca, vertiendo su chorro de agua en la pila contigua, apartada del
conjunto, con el escudo grabado de Cataluña.
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