Aún hoy
los encontramos tanto en patios, claustros y jardines particulares, como en
balcones, patios y terrazas. En los parques públicos de la ciudad, en cambio,
son excepciones- pronto desaparecerán del Parque Güell- más por los frecuentes
accidentes a que están sometidos que por el valor ornamental intrínseco. Nada
más en los jardines del Palau de Pedralbes, alrededor del agua quieta del
estanque, mantienen viva la tradición.
Por la
ladera arriba, entre filas de escaleras, rectilíneas y subidas hasta poco antes
de la línea de la cima, el terreno rocoso y erosionado ha mantenido alguna parte de las viejas
plantaciones de árboles; la pendiente ha hecho imposible la persistencia de la
cobertura herbácea y arbustiva del suelo, aspecto este que habrá que solventar
con celeridad. La pobre fisonomía del manto arbóreo existente- abandonado
durante años a los avatares de la climatología- es en parte el resultado de una
tierra pobre y pedregosa pero también la prueba de la capacidad de adaptación y
resistencia a los factores biológicos naturales. Son los árboles que Gaudí
evocaba de su infancia. Hoy, algarrobos y oliveras- no ya en el recuerdo sino
reales, sobre el terreno- lo dominan todo. Pinos blancos, almez, y truhanas
acompañan mayoritariamente el conjunto. Los encinales de tierra baja, n2o han
abandonado su habita natural y aún
frecuentan todo el espacio. Ya en la cima del Parque, la vegetación,
dejada de la mano del hombre y poco complementada vuelve a ser la réplica de
aquellas malezas y matorrales, resecas y luminosas, que el arquitecto tanto
estimaba.
LA
SUBIDA AL
CALVARIO
Colina de las "Menes"
Estética y diseño
A la izquierda de la gran plaza, una original puerta de hierro cerraba el espacio que fue el jardín privado de Güell durante los últimos años de su vida entorno de la antigua casa de can Muntaner de Dalt. La luz incidente bajo el porche es doblemente reflectiva al recorrido de tierra y piedras del muro - en una sencilla pero exuberante modulación de tonos arenosos. Muro y columnas -inclinadas en diferentes ángulos se sostienen con naturalidad sujetando las tierras.
Las
columnas del primer tramo, amb arbotants todos diferentes, aplacados con piedra
menuda, se transforman después del segundo tramo, con el embate del terreno
obliga a duplicar el cobertizo, en helicoidales que se abren y se aplanan hacia
arriba en singulares capiteles. Las
columnas y los capiteles; los muros y las piedras; la luz reflejada y el color
de la tierra moteada por las sombra de los pinos configuran, una inaudita
graduación de matices dorados, una de las más bellas creaciones de la
jardinería catalana. A partir de aquí, la pendiente se engarza hoscamente, hasta
la colina del Calvario: donde se había de construir la capilla y una cruz
monumental se alza hoy las tres cruces del Calvario, sobre un montículo de
piedra en seco como las más arcaicas construcciones rurales del país. A los
pies, desde el mar a la cima de Collserola, la perspectiva grandiosa de la
ciudad.
La vegetación
Flora exótica y silvestre del Parque
Los
árboles cosmopolitas como los plátanos de sombra, que con más o menos vigor
pero siempre con gran fuerza vegetan en toda la ciudad, tanto en plazas y
calles como en jardines y parques públicos, faltan absolutamente en el Parque Güell.
En 15 Ha.
de terreno, nada más al patio que hoy es escuela pública- aislada desde muchos
años del ámbito público- es posible observar unos cuantos ejemplares de esta
especie casi universal. Entre 1900 y 1914- los años de actuación urbanística
del Parque- pocas plantas, arbóreas o arbustivas, otras más conocidas y
representativas de la flora mediterránea fueron introducidas definitiva mente en
el Parque. Sobresalen, por la peculiar fisonomía y por el carácter que imprimen
al paisaje la larga hilera de palmeras de la avenida principal y un grupo de
magnolias en un recodo del mismo paseo. Más puntualmente, destacan los
ejemplares arbóreos- pittosporum y evonymum del Japón- agrupados en replano de
la escalinata monumental. Otras especies exóticas, menos suntuosas, como las
típicas anuales y vivaces del jardín- geranios, etc...- aplicadas a las grietas
de los muros, viaductos y escaleras y las adornaban las torretas y el entorno
de la gran plaza han desaparecido con los años, faltas de atenciones continuadas.
Los criterios personales de Güell y Gaudí
respecto a la vegetación ideal en la proyectada ciudad jardín prevalecerán en
su mayoría no solamente durante estos catorce años de actuación sino que
dejarán una huella viva de continuidad: el Parque aún hoy después de
innumerables y adversos acontecimientos, conserva, enriquecido y desarrollado
con los años, el manto vegetal de carid típicamente mediterráneo y que fue
pulcramente respetado por los autores del conjunto urbanístico. Hay que recordar que una cláusula
del pliego de condiciones que todo nuevo propietario habría de aceptar y
firmar, fijaba la multa de 50 ptas. por cada árbol adulto que se cortara o se
arrancara fuera del ámbito estrictamente de edificación- el palmo cuadrado se
cotizaba entonces entre o,75 y una peseta. Municipalizada la finca en
1922, un nuevo aspecto configura el mantenimiento de estos puntos de vista, tan
poco frecuentes: la aspereza del terreno, muy rocoso, con fuerte pendiente y
con poco espesor de tierra de cultivo dificultarían- en realidad impedirían-
los posibles intentos globales de modernización vegetal del Parque.
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