lunes, 18 de julio de 2016

El Parque de la Ciudadela - 14


El Mamut
El Mamut: no lejos de Barcelona en el término municipal de Rubi se han encontrado restos fósiles del mamut aquí representado. A Les Corts y en L`Hospitalet del Llobregat, y restos de otros especies de elefantes, parecidos que vivieron en el ámbito mediterráneo durante el pleistocè. El mamut hoy desaparecido de unos 3-4 metros de altura, tenía una piel gruesa, de unos 2 cm, recubierta de piel larga, sobre una capa adiposa de 10 cm que le permitían resistir los fríos más intensos. Los colmillos lograban fácilmente los 5 metros de longitud.

 
La vegetación.


Algas y musgos. Casuarinas, laureles y truhanas.
Los numerosos parterres irregulares, sinuosos, diferentes entre sí, que en hemiciclo descienden a la Cascada, sustentan una vegetación- mayormente arbórea y arbustiva- densa, rica en especies (treinta y dos árboles distintos) de tonalidades dominantemente oscuras como imitando nuestros bosques mediterráneos.
Casuarina Cunninghamiana Pino australiano
 

 
Algunos ejemplares llegan a sobre salir de los  tramos más altos de la escalinata y a infiltrarse hasta los bordes del estanque. Otros, mucho más menudos, no consiguen sino tapizar rocas y pedruscos en condiciones auténticamente difíciles: a veces, anegadas debajo de la espuma de la cascada pero la mayor parte del tiempo expuestos al sol y al sereno. Los más pequeños- microscópicos- se difunden y multiplican vertiginosamente en el agua estancada, la cual por su multitudinaria presencia llega a colorearse de tonos marcadamente verde oscuro. Algas y musgos no abundan solamente aquí, en la Cascada del Parque, sino en todo el país, amalgamados en la tierra o recubriendo piedras o cortezas de árboles.

 
Dos son las especies arbóreas más eminentes entorno a la Cascada: las palmeras datileras, de tronco delgado y grácil, centinelas del conjunto monumental y un bello y extraordinario ejemplar de casuarina, a la derecha- uno de  los más dignos de la ciudad- que domina, como una reina a su pueblo, no solamente a sus compañeros, mucho más pequeños y dispersos por la plaza, sino también todo el jardín romántico.

 
Quercus Polymorpha (1987)
Quien por primera vez se encuentra en presencia de un ejemplar de casuarina recibe la impresión de observar una forma de pino, aunque las hojas más largas, lánguidas y colgantes. Tan pronto se descubren los frutos - si el árbol que tiene delante es femenino- desaparecen pronto el malentendido: los pinchos de la casuarina, a diferencia de los pinos, son pequeños- de unos dos centímetros de diámetro- y esféricos. Las semillas, amarillo blanquinoso, con una prolongación alada para ser dispersadas por el viento, son recubiertas de una película grasa que al repeler el agua las mantiene a flote si caen en un río. En las regiones calurosas de donde son originarias colonizan los bordes del agua y abundan hasta en la arena de las playas. Si el que se examina es, en cambio, un ejemplar masculino- sin piñas- son entonces las hojas las que marcan las diferencias con los pinos:


efectivamente, aquello que el observador toma como hojas no son sino ramas delgadas, cortas, con numerosos entrenudos- como el tallo de las cañas de bambú- alrededor de los cuales se aprecia unas escamas, acuminadas, minúsculas que son las auténticas hojas del árbol. Los miles y miles de fajos pequeñas ramas, colgantes y elegantes, recuerdan el plumaje característico y peculiar del casuario, de origen australiano como la casuarina. (El nombre fue introducido por Linné, en 1759, en relación al casuario, la famosa ave australiana,  y en particular con su respecto a su plumaje, que guarda una cierta semejanza a las ramas desprovistas de hojas de esta especie.
 
Templete o Glorieta de 1800 con el jardín romántico al fondo
El tono global de estos árboles, oscuro y apagado que parece absorber con glotonería todos los rayos del sol que le llegan, se mezcla, en torno al nacimiento de Venus, con el verde oscuro pero más brillante y reflectante, de los árboles dominantes en este rincón del Parque: encinas, laureles y truhanas. Procedentes de ámbitos diferentes- los dos primeros de la cuenca del Mediterráneo y el tercero de China y Japón- tienen, aspectos comunes: las hojas, de dimensiones reducidas, son duras coriáceas, perfectamente protegidas contra la disecación: de margen liso las de la truhana, ondulado las del laurel e irregular y pinchoso las de la encina. Su adaptación al clima mediterráneo raya la perfección: sorprende comprobar cómo, después de unos días de heladas extremas o de un periodo inusual de sequía, las tres especies siguen dominantes, impertérritas, pero sobre todo los deshechos, colonizan el territorio.

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