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El Mamut |
El Mamut: no lejos de Barcelona en el
término municipal de Rubi se han encontrado restos fósiles del mamut aquí
representado. A Les Corts y en L`Hospitalet del Llobregat, y restos de otros especies
de elefantes, parecidos que vivieron en el ámbito mediterráneo durante el
pleistocè. El mamut hoy desaparecido de unos 3-4 metros de altura, tenía una
piel gruesa, de unos 2 cm, recubierta de piel larga, sobre una capa adiposa de
10 cm que le permitían resistir los fríos más intensos. Los colmillos lograban
fácilmente los 5 metros de longitud.
La vegetación.
Algas y musgos. Casuarinas, laureles y truhanas.
Los numerosos parterres irregulares, sinuosos, diferentes
entre sí, que en hemiciclo descienden a la Cascada, sustentan una vegetación-
mayormente arbórea y arbustiva- densa, rica en especies (treinta y dos árboles
distintos) de tonalidades dominantemente oscuras como imitando nuestros bosques mediterráneos.
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Casuarina Cunninghamiana Pino australiano |
Algunos ejemplares llegan a sobre salir de los tramos más altos de la escalinata y a
infiltrarse hasta los bordes del estanque. Otros, mucho más menudos, no
consiguen sino tapizar rocas y pedruscos en condiciones auténticamente
difíciles: a veces, anegadas debajo de la espuma de la cascada pero la mayor
parte del tiempo expuestos al sol y al sereno. Los más pequeños- microscópicos-
se difunden y multiplican vertiginosamente en el agua estancada, la cual por su
multitudinaria presencia llega a colorearse de tonos marcadamente verde oscuro.
Algas y musgos no abundan solamente aquí, en la Cascada del Parque, sino en
todo el país, amalgamados en la tierra o recubriendo piedras o cortezas de
árboles.
Dos son las especies arbóreas más eminentes entorno a la Cascada: las palmeras
datileras, de tronco delgado y grácil, centinelas del conjunto monumental y un
bello y extraordinario ejemplar de casuarina, a la derecha- uno de los más dignos de la ciudad- que domina, como
una reina a su pueblo, no solamente a sus compañeros, mucho más pequeños y
dispersos por la plaza, sino también todo el jardín romántico.
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Quercus Polymorpha (1987) |
Quien por primera vez se encuentra en presencia de un
ejemplar de casuarina recibe la impresión de observar una forma de pino, aunque
las hojas más largas, lánguidas y colgantes. Tan pronto se descubren los frutos
- si el árbol que tiene delante es femenino- desaparecen pronto el
malentendido: los pinchos de la casuarina, a diferencia de los pinos, son
pequeños- de unos dos centímetros de diámetro- y esféricos. Las semillas,
amarillo blanquinoso, con una prolongación alada para ser dispersadas por el
viento, son recubiertas de una película grasa que al repeler el agua las
mantiene a flote si caen en un río. En las regiones calurosas de donde son
originarias colonizan los bordes del agua y abundan hasta en la arena de las
playas. Si el que se examina es, en cambio, un ejemplar masculino- sin piñas-
son entonces las hojas las que marcan las diferencias con los pinos:
efectivamente, aquello que el observador toma como hojas no son sino ramas
delgadas, cortas, con numerosos entrenudos- como el tallo de las cañas de bambú-
alrededor de los cuales se aprecia unas escamas, acuminadas, minúsculas que son
las auténticas hojas del árbol. Los miles y miles de fajos pequeñas ramas,
colgantes y elegantes, recuerdan el plumaje característico y peculiar del
casuario, de origen australiano como la casuarina. (El nombre fue introducido
por Linné, en 1759, en relación al casuario, la famosa ave australiana, y en particular con su respecto a su plumaje,
que guarda una cierta semejanza a las ramas desprovistas de hojas de esta
especie.
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Templete o Glorieta de 1800 con el jardín romántico al fondo |
El tono global de estos árboles, oscuro y apagado que parece
absorber con glotonería todos los rayos del sol que le llegan, se mezcla, en
torno al nacimiento de Venus, con el verde oscuro pero más brillante y
reflectante, de los árboles dominantes en este rincón del Parque: encinas,
laureles y truhanas. Procedentes de ámbitos diferentes- los dos primeros de la
cuenca del Mediterráneo y el tercero de China y Japón- tienen, aspectos comunes:
las hojas, de dimensiones reducidas, son duras coriáceas, perfectamente
protegidas contra la disecación: de margen liso las de la truhana, ondulado las
del laurel e irregular y pinchoso las de la encina. Su adaptación al clima
mediterráneo raya la perfección: sorprende comprobar cómo, después de unos días
de heladas extremas o de un periodo inusual de sequía, las tres especies siguen
dominantes, impertérritas, pero sobre todo los deshechos, colonizan el
territorio.
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