Estética y diseño
La magnificencia
y ostentación que en general irradian los jardines de la Corte, contemporáneos O
históricos, han evolucionado en los jardines de Pedralbes O históricos, han
evolucionado en los jardines de Pedralbes hacia un carácter de noble
intimidad. Las espectaculares cascadas y
las fuentes monumentales de los Jardines de la Granja, en Segovia, entre
montañas y vastas perspectivas; las majestuosas avenidas bordeadas de
esculturas o mosaicos policromos del Palacio Real de Madrid o los magistrales
parterres bordados en boj de El Escorial, han perdido, en Pedralbes, la
opulencia y la grandiosidad para convertirse en espacios reducidos, encerrados
en sí mismos, sobriamente ornamentados... Efectivamente, el jardín entero-
nunca proyectado hacia fuera, siempre desprovisto de arrogancia-exhala recogimiento
e intimidad. Y el gran estanque, de perfil rectangular, circunscrito entre
pinos centenarios, bambúes y eucaliptus, no es la excepción: su simplicidad
recuerda más a la alberca típicamente catalana- el safareig-, construida en
todo el país para almacenar la escasa agua de lluvia de que disponemos, que a
las creaciones, a menudo recargadas, de otros jardines regios. Pero este
carácter de aislamiento entrañable, falto de monumentalidad, no excluye el
despertar de los sentimientos estéticos: en efecto, mientras las flores de
ninfas y los lirios de agua siguen abriéndose con idéntica naturalidad que en
las más sofisticadas creaciones, con idéntico en canto el espacio del agua del
alberca de Pedralbes refleja y pone al alcance del paseante la cadencia rítmica,
natural, del paso de las nubes, el sol o las estrellas.
Parterre clásico del jardín, con una fuente y surtidores en el centro
EL BOSQUE DE CEDROS
La
vegetación. Cedros y encinas.
Innumerables vertientes
del sistema montañoso del Himalaya, en el Asia meridional, entre los 1000 y los
2500 metros
de altitud, están pobladas masivamente de cedros, que viven y se reproducen
espontáneamente configurando, junto con otras especies también resinosas,
extensas superficies boscosas. El
hábitat, por sus características geográficas y ecológicas, recuerda otras dos
zonas del planeta, ciertamente muy alejadas entre sí pero con bastantes rasgos
comunes, donde estos árboles, elegantes y de porte muy peculiar, dominan y se
adueñan del paisaje: las montañas del Atlas, en Marruecos- cuna del cedro del
Atlas, de follaje azulado- y el monte Taunus, en el Líbano, país de origen de
los cedros más famosos de la antigüedad, repetidamente citados en las historias
bíblicas: los cedros del Líbano. Aunque
cultivados en jardines de estilos y líneas muy dispares de toda Europa- desde
el nivel del mar hasta las regiones más continentales- , la imagen del cedro es
siempre la imagen viva del árbol de montaña, vigoroso y nostálgico a la vez. En
los Jardines del Palau de Pedralbes conviven, agrupados, simulando los bosques
de los lejanos valles del Himalaya, los más extraordinarios
ejemplares con que cuenta el patrimonio verde público de la ciudad.