jueves, 2 de septiembre de 2021

Palacio de Pedralbes 3

 

LA VIDA DE PALACIO

El máximo esplendor del Palacio y uno de los acontecimientos históricos más importantes para la ciudad coincidieron en mayo de 1929 con motivo de la inauguración de la II Exposición


Universal de Barcelona, celebrada en esta ocasión en Montjuïc. El acto memorable- entre una apoteosis popular la comitiva regia desfiló del Palau de Pedralbes al Palau Nacional de Montjuïc- fue presidido por el Rey Alfonso XIII, el mismo que 41 años antes, de niño, jugaba en los jardines de la torre Castañero mientras su madre presidía los actos de la I Exposición. Los jardines, se engalanaron aquella primavera con más de un centenar de nuevas variedades de rosas llegadas de todos los lugares del mundo. El Concurso Internacional se celebró  aún dos temporadas más. Pero en 1931, proclamada la República, un decreto del ministerio de Hacienda hacía donación del Palau de Pedralbes al Ayuntamiento de Barcelona. Durante cinco años, las dependencias reales convirtieron en Museo d'Arts Decorativas, mientras en la segunda planta se instalaba la Residencia Internacional de Senyoretes Estudiantes. Hasta 1972 hospedó en catorce ocasiones al entonces jefe de estado, general Franco, aunque desde 1960- por acuerdo entre el Ayuntamiento y el Patrimonio Nacional fue sede permanente de exposiciones. Hoy, además de las dependencias propias del Palacio, acoge, en curso de instalación, el Museo de Cerámica y el d'Arts Decorativas. Una vigilancia incesante durante años y una cuidadosa conservación han mantenido impecablemente los jardines a lo largo del tiempo.

 LOS JARDINES HOY

 La impresión- quieta y serena- de encontrarse inmerso en un ambiente indiviso, forjado de una sola pieza- a pesar de la diversidad de rincones y escenas-, envuelto por un matiz dominante- a pesar de la pluralidad de verdes y marrones, de hojas y cortezas, de tierra y caminos-, es la impresión, imborrable, que el paseante se lleva después de saborear la placidez de los parterres a la sombra de los viejos cedros o la luz y la alegría alrededor de los surtidores. Ni las imágenes del viejo pino piñonero- en el ala izquierda del Palacio-, único, excepcional, ni las del denso y altísimo pinar reflejado en el espejo de la alberca -él safareig, típico elemento catalán-, ni la hilera policroma de macetas asomadas al borde del estanque, frente al Palacio - imágenes muy diferentes entre sí-, consiguen romper esta impresión de Unidad.  El color ocre- pálido- de los caminos y el verde oscuro-apagado- de la hiedra que los delimita son los elementos aglutinantes de una vegetación densa y exuberante que en un soplo silencioso y poético domina por entero al jardín


 Hilera de macetas policromadas que bordean el estanque (La fachada del edificio principal del palacio decorada con esgrafiados que recuerdan a los que había en la antigua Torre Guell, base de la nueva construcción).

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