LA VIDA DE
PALACIO
El
máximo esplendor del Palacio y uno de los acontecimientos históricos más
importantes para la ciudad coincidieron en mayo de 1929 con motivo de la
inauguración de la II Exposición
Universal de Barcelona, celebrada en esta
ocasión en Montjuïc. El acto memorable- entre una apoteosis popular la comitiva
regia desfiló del Palau de Pedralbes al Palau Nacional de Montjuïc- fue
presidido por el Rey Alfonso XIII, el mismo que 41 años antes, de niño, jugaba
en los jardines de la torre Castañero mientras su madre presidía los actos de
la I Exposición. Los jardines, se engalanaron aquella primavera con más de un
centenar de nuevas variedades de rosas llegadas de todos los lugares del mundo.
El Concurso Internacional se celebró
aún
dos temporadas más. Pero en 1931, proclamada la República, un decreto del
ministerio de Hacienda hacía donación del Palau de Pedralbes al Ayuntamiento de
Barcelona. Durante cinco años, las dependencias reales convirtieron en Museo
d'Arts Decorativas, mientras en la segunda planta se instalaba la Residencia
Internacional de Senyoretes Estudiantes. Hasta 1972 hospedó en catorce
ocasiones al entonces jefe de estado, general Franco, aunque desde 1960- por
acuerdo entre el Ayuntamiento y el Patrimonio Nacional fue sede permanente de
exposiciones. Hoy, además de las dependencias propias del Palacio, acoge, en
curso de instalación, el Museo de Cerámica y el d'Arts Decorativas. Una
vigilancia incesante durante años y una cuidadosa conservación han mantenido
impecablemente los jardines a lo largo del tiempo.
LOS
JARDINES HOY
La
impresión- quieta y serena- de encontrarse inmerso en un ambiente indiviso,
forjado de una sola pieza- a pesar de la diversidad de rincones y escenas-,
envuelto por un matiz dominante- a pesar de la pluralidad de verdes y marrones,
de hojas y cortezas, de tierra y caminos-, es la impresión, imborrable, que el
paseante se lleva después de saborear la placidez de los parterres a la sombra
de los viejos cedros o la luz y la alegría alrededor de los surtidores. Ni las
imágenes del viejo pino piñonero- en el ala izquierda del Palacio-, único,
excepcional, ni las del denso y altísimo pinar reflejado en el espejo de la
alberca -él safareig, típico elemento catalán-, ni la hilera policroma de
macetas asomadas al borde del estanque, frente al Palacio - imágenes muy
diferentes entre sí-, consiguen romper esta impresión de Unidad. El color ocre- pálido- de los caminos y el
verde oscuro-apagado- de la hiedra que los delimita son los elementos
aglutinantes de una vegetación densa y exuberante que en un soplo silencioso y
poético domina por entero al jardín

Hilera de macetas
policromadas que bordean el estanque (La fachada del
edificio principal del palacio decorada con esgrafiados que recuerdan a los que
había en la antigua Torre Guell, base de la nueva construcción).