Entre Telégraf y el Paseig de Maragall, por debajo de la avenida, se concentra la zona más típica y tradicional del Guinardó, con la sombreada y acogedora plaza de este mismo nombre, las minúsculas plazoletas de Salvador Riera y de Carles Cardó Sanjuan y con calles tan entrañables como la Rambla de Volart, la de la Muntanya, el carrer de L'Art el del Oblit o el de la Renaixenca, que desemboca en el Passatge de Llívia, frente al viejo y hermoso Mercat del Guinardó.
Pequeños canales
que guían el agua hasta las balsas y pequeños estanques
Caminos
rodeados de arbustos recortados con escaleras y muros que nos adentran en todo
el jardín
Luego de atravesar el carrer del Segle XX y el de Lluis Sagnier, la avinguda
de la Mare de
Déu de Monserrat desemboca en el Passeig de Maragall, a la altura de la
estación de metro del mismo nombre, correspondiente a la línea V. Desde 1911,
cuando acabó de abrirse su trazado, el paseo fue la vía de comunicación del
centro de Barcelona con Horta, y desde la posguerra también con los nuevos
suburbios obreros a través de su bifurcación en la avinguda de Borvó. Este enclave de avenidas se conoce aún como
Els Quinze, porquera el final del trayecto del histórico tranvía de
Barcelona, cuyo billete costaba quince céntimos. En la primera mitad de
este siglo el paseo albergó numerosas casas de veraneo de clase media alta, y
en 1947 el Patronato Municipal de la Vivienda construyó en su acera derecha, entre las
calles de Santa Fe y de Subirats, uno de sus primeros polígonos
sociales, Torre Llobeta, así llamado por la masía pseudo-gótica cuya
existencia se preservó.
Lamentablemente
degradado con el paso de los años, el conjunto se encuentra hoy en vías de
rehabilitación o ya rehabilitado.
Ya mediado su recorrido, la avinguda de la Mare de Déu de Montserrat se encuentra con la Placa de Puig i Alfonso, conocida popularmente como Plaça del Nen de L'Aro, especie de hall de entrada al amplio Parc del Guinardó, que comienza ni bien atravesado el carrer Grecia, y va ascendiendo abrazado por las calles de Florencia y Garriga i Roca. El parque, urbanizado sólo parcialmente, va ascendiendo en terrazas por las que se puede seguir el decurso de una antigua acequia con caídas de agua cuya fuente nutricia se encuentra en la altura, en la linde del bosque que cierra el parque por detrás. De propiedad municipal desde 1910, sus magníficos jardines fueron proyectados por Forestier (1916) y por Rubió i Tudurí (1920). Hoy el Parque forestal se amplia hasta los Tres Turons (Media Luna) llegando hasta el barrio de Can Baró, de donde sale un camino que después se divide, uno de ellos entra en el Parque y el otro sube hasta el puente de madera, saliendo otro camino que enlaza con la Media Luna y c/ Gran vista.
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