LA FALLIDA
ECONOMIA
Sorprendentemente,
las más avanzadas ideas urbanísticas de Europa de principios de siglo,
genialmente plasmadas en el Parque Güell, no encontrado ninguna razón entre la
elite acomodada de Barcelona, como si trasladar su residencia al nuevo hábitat
fuera vivir en casa ajena. En 1905 se habían vendido solo tres parcelas: una
adquirida por el contratista de obras del Parque para construirse un chalet de
muestra, (A), posteriormente vendido al propio Gaudí- donde vivió cerca de 20
años hasta su muerte-, y las otras dos, (B) propiedad de un conocido abogado
que edifica una villa- la segunda y última del Parque-hoy aun existen. Las transacciones comerciales quedaron para
siempre paradas aquí.
El
edificio can Muntaner de Dalt hoy reformado como escuela pública - pasa a ser desde
1910 la última residencia de Güell. Paradas las obras del Parque en 1914,
después del total fracaso económico de la proyectada ciudad - jardín, las
prodigiosas estructuras levantadas en la entrada monumental, la majestuosa
columnata dórica con la gran plaza que sustenta la mítica red de viaductos,
porches, muros, y terraplenes - entre la típica vegetación mediterránea,
silvestre y de cultivo, tan pulcramente conservada,
Quedaron
exclusivamente para la admiración de los visitantes. Muerto Eusevi Güell en
1918 el Parque pasa, cuatro años más tarde, a propiedad municipal
Casa Trías
EUSEBI GUELL i ANTONI GAUDI
Casa Trías |
Una
vitrina de la barcelonesa guantería Comella, en la que el roble tallado y el hierro forjado y repujado enmarcaban
las cristaleras, acaparaba la atención de Eusebi Güell en la visita que este
realiza a la Exposición
de París de 1878.
De vuelta
a Barcelona averigua que era la obra de un joven arquitecto, acabado de salir
de la escuela, y se hace presentar. Ya
nunca más se separarían.
La
amistad, el respeto y la admiración mutuos marcan la pauta de una colaboración
fructífera, y en cierta medida modélica, a pesar de que Güell y Gaudí parecen a
primera vista dos personalidades diferentes: el primero, un potentado
espléndido y el segundo, un artista que nunca se acordaba de pagar y cobrar.
El conde
Güell conocido industrial, político y mecenas-protege no solamente a Gaudí sino
a otros artistas de la época- vive siempre en un ambiente aristocrático. Antonio Gaudí, innovador, genial,
compenetrado con la más profundas raíces de la arquitectura, era hijo, en
cambio, de un calderero del campo de Tarragona.
Liberado desde siempre, dedicado totalmente a su obra, pasa los últimos
meses de su vida, asépticamente, en el obrador de la Sagrada Familia. En su más íntima percepción, pero, los dos
tienen muchas cosas en común. Eran almas
afines: fervientes patriotas, de espíritu científico y artístico a la vez,
humanistas, profundamente católicos, amigos de los clásicos griegos... El
Parque Güell, como toda la obra
de Gaudí es, en buena parte, el resultado de esta amistad y mutua
compenetración.
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