jueves, 14 de enero de 2016

El Parque de la Ciudadela 9


EL PASEO MILITAR

Estética y diseño

Años atrás el paseo Militar enlaza transversalmente los dos accesos laterales del Parque: Hoy, discretamente, acaba en la Plaza de las Armas con cinco gacelas de bronce que nos introducen al Zoo. Cuatro exuberantes fitolacas, de soques excepcionales preeminentes, y las estatuas de la Marina y Agricultura limitan la entrada. Rincón discreto, con un lugar de paso, del que aun es posible disfrutar del ambiente aun vivo de la Barcelona de la segunda mitad del siglo pasado. Solo hace falta para comprobarlo, dirigir la mirada puertas afuera. Efectivamente, en 1888 se consigue, urbanísticamente, crear y ligar en una unidad coherente tres paseos y una plaza monumental: el de Colon -hoy reconstruido- el de Isabel II- con Lonja y los Porxos de Ciprés-, el Plan de Palau con el monumento al Genio Catalán y la avenida del Maqués de de Argentera con el Gobierno Civil y la estación de Francia todos perfectamente visibles desde aquí: Barcelona abocada al mar en una larga fachada. El conjunto, tanto si se encuentra enredado por la niebla matutina como por el brillar del mediodía o la tenue transparencia de las tardes, muestra, desde aquí su grandiosidad. Desde aquí se le puede dar la mano; a la perspectiva, monumental histórica, impresiona y agobia.

Puertas adentro donde antes se levantaba uno de los baluartes de la Ciudadela es sitio hoy del monumento al general Prim, uno de los hombres que ha hecho posible el derribo de la fortaleza.

La vegetación.
El mundo de las palmeras.

El porte característico de las palmeras- tronco único, no ramificado, con un plumero de hojas al extremo, a menudo con ramos de flores y frutos, colgando, surgiendo de un brote terminal, solitario-  forma parte integral de los jardines de la Ciudadela desde sus inicios más remotos. Siempre, esparcidas sobresaliendo, aisladas de las cabeceras de otros árboles. Es la imagen, usual, que el ciudadano ve contemplada en todo el Parque de muchos años para acá. De entre todas ellas destacan las que se alinean a lo largo de los bellos parterres rectangulares, visibles desde aquí, de lado a lado del paseo de los Tilos.

Modernamente se cultivan palmeras en grupos densos- con ejemplares numerosos y diversidad de especies- como los que enmarcan este paseo, como los del entorno al busto de Milá i Fontanals como en el cruce con la avenida de los Tilos, o siguiendo las paredes laterales de la antigua capilla. Unidas las en contramos también, sorprendentemente, en mil y un lugares de la ciudad: plazas, jardines de barrio, pequeños rincones urbanos y, hasta en parques más modernos, extensos y estilizados.

En la naturaleza, en estado silvestre solamente encontramos las palmeras dactilíferas- con más de 300 variedades- forman grupos homogéneos de mayor o menor densidad en los oasis saharianos y en otras zonas subdesérticas, particularmente africanas. Las restantes especies- palmitos, Washingtonias, palmera excelsa o de Canarias- viven asociadas en su hábitat natural, en diversas formas y especies vegetales: árboles, arbustos, matas y hasta hierbas, constituyen comunidades de plantas que, en equilibrio con el ambiente, aprovechan al máximo los recursos naturales de la zona.

El palmito, en nuestro país- región templada pero ya en límite de las zonas más calientes del planeta donde se concentra la práctica totalidad de las palmeras- es la única palmera espontanea con capacidad de competir con las otras especies del territorio y colonizarlo conjuntamente. De porte reducido- en raras ocasiones sobre pasa los ocho metros- tiene las hojas en forma de ventanal, como las Washingtonias o la palmera excelsa, pero mucho más pequeñas. El aspecto que más la caracteriza es la facilidad del tronco- revestido de fibras ennegrecidas- de rebrotar  a nivel del suelo. La palmera excelsa, en cambio, más alta y por los extremos de las hojas adultas colgantes, no forma nunca, más de un solo tronco y es, de todas, la más tolerante al frío y a las heladas. Es la única especie que gravita fuera del anillo cálido que reúne a todas sus hermanas. En China y en Japón es la más conocida.

De Arizona y California, del otro lado del Pacífico, en cambio, proceden las Washingtonias, de hojas también planas, mucho más gruesas pero de unos dos metros de longitud. Largos filamentos dorados sobresalen de los márgenes foliares como si las hojas se deshilacharan. Dos son las especies existentes y las dos están por nuestros jardines: sin diferencias aparentes en los  hilos de las hojas, el tronco de una es robusto y rechoncho y el de la otra, más estilizado en el porte, alto y delgado en extremo. En los jardines, Washingtonias y palmeras dactilíferas compiten en elegancia. Las grandes ventajas de las primeras, se oponen las dactilíferas- las más frecuentes en todo el país- hojas relativamente estrechas, alargadas- hasta cinco metros- con docenas de foliolos, pinchos, a cada lado de un nervio central, firme y vigoroso. Son las palmeras que instintivamente asociamos con los desiertos. Nada más lejos de la realidad: si precisamente abundan en los oasis es porque están enclavadas donde el agua es prácticamente inagotable. “La palmera tiene los pies en el agua y la cabeza al sol", afirman con sabiduría arcaica los pueblos árabes, pueblos que con ella conviven y de la que viven....

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